Vivimos en una época en la que hacer varias cosas a la vez se ha convertido no solo en una habilidad deseada, sino también en una exigencia implícita. Responder mensajes mientras se escucha una reunión virtual, revisar correos electrónicos al mismo tiempo que se elabora un informe, o alternar entre pestañas del navegador constantemente, son prácticas comunes en el día a día de muchas personas. Sin embargo, desde la psicología cognitiva se ha demostrado que esta forma de operar, conocida como multitasking o multitarea, tiene efectos perjudiciales sobre dos funciones mentales esenciales: la memoria y la atención.

La atención es un recurso limitado. No podemos prestarle atención completa a dos tareas complejas de forma simultánea. Lo que comúnmente llamamos multitasking es, en realidad, una forma de intercambio rápido de tareas (task-switching). El cerebro no ejecuta dos tareas cognitivas exigentes al mismo tiempo, sino que alterna rápidamente entre ellas. Cada cambio conlleva un coste, aunque muchas veces no seamos conscientes de ello.

Estudios de neurociencia han demostrado que este cambio frecuente entre tareas activa una región del cerebro llamada la corteza prefrontal, responsable de funciones ejecutivas como la planificación, la toma de decisiones y el control de la atención. Al forzarla a distribuir recursos entre múltiples focos, su rendimiento disminuye. Esto implica una reducción en la capacidad para filtrar estímulos irrelevantes y mantener la concentración. Cuanto más se fragmenta la atención, más difícil se vuelve sostenerla en una sola tarea por un periodo prolongado.

Uno de los efectos más notables del multitasking es la disminución del rendimiento en tareas que requieren concentración. Un estudio realizado por la Universidad de Stanford encontró que las personas que realizan múltiples tareas simultáneamente tienen más dificultades para filtrar información irrelevante, cambian de tarea con más frecuencia y les cuesta más recuperar información de la memoria a largo plazo. Estas personas también muestran una menor capacidad para mantener el foco en una actividad específica, incluso cuando intentan trabajar de forma monofocal.

En lo que respecta a la memoria, el multitasking también tiene efectos negativos. La memoria de trabajo, que es la capacidad de mantener y manipular información temporalmente en la mente, se ve especialmente afectada. Cuando se interrumpe constantemente una tarea para atender otra, la información en curso puede perderse fácilmente antes de consolidarse. Esto implica que no solo se retiene menos, sino que también se reduce la profundidad del procesamiento. Lo que se hace a medias se recuerda a medias.

Asimismo, el paso de la memoria de trabajo a la memoria a largo plazo también se ve comprometido. Para que una experiencia o un dato se almacene de forma duradera, requiere atención sostenida y procesamiento profundo. Si la mente está dividida entre múltiples estímulos, el proceso de consolidación se debilita. A largo plazo, esto puede traducirse en una sensación constante de distracción y una memoria más fragmentada.

Paradójicamente, quienes realizan múltiples tareas a la vez suelen tener la percepción de ser más eficientes. Sin embargo, la evidencia empírica muestra lo contrario. El tiempo total que se invierte en completar varias tareas de forma intercalada suele ser mayor que si se hubieran abordado una a una. Además, la calidad del trabajo disminuye y aumenta la probabilidad de cometer errores.

No todos los tipos de multitarea tienen el mismo impacto. Escuchar música instrumental mientras se realiza una tarea repetitiva, por ejemplo, puede no interferir significativamente. Sin embargo, combinar dos tareas que requieren procesamiento lingüístico (como leer un artículo y responder un mensaje de texto) genera una sobrecarga cognitiva notable. Cuanto más similares sean las demandas cognitivas de las tareas, mayor será la interferencia entre ellas.

En el ámbito educativo y laboral, estas implicaciones son especialmente relevantes. La exposición constante a interrupciones y la expectativa de estar siempre disponibles mediante dispositivos digitales generan un entorno propenso a la distracción continua. Esta cultura de la inmediatez afecta la capacidad de los estudiantes para concentrarse en lecturas profundas y de los trabajadores para llevar a cabo tareas complejas de forma eficiente.

Para contrarrestar estos efectos, se han propuesto diversas estrategias, como el diseño de entornos sin notificaciones, el uso de técnicas de gestión del tiempo (como la técnica Pomodoro) y la práctica deliberada de la atención plena (mindfulness). También se sugiere fomentar hábitos que valoren la calidad de la atención por encima de la cantidad de tareas realizadas.

En conclusión, aunque el multitasking pueda parecer una forma eficiente de afrontar las demandas de la vida moderna, los datos indican que reduce la capacidad de atención sostenida y perjudica tanto la memoria de trabajo como el almacenamiento a largo plazo. La mente humana no está diseñada para procesar múltiples fuentes de información compleja de forma simultánea. Revalorizar la concentración, la secuenciación de tareas y el trabajo en bloques puede ser una forma más saludable y eficaz de funcionar en un entorno cada vez más fragmentado.

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