La falta de deseo sexual, también conocida como deseo sexual hipoactivo, es una de las disfunciones sexuales más comunes y, a la vez, una de las menos comprendidas. Afecta tanto a hombres como a mujeres, y puede generar un profundo malestar personal y de pareja. Desde la psicología, se considera una alteración compleja, influida por factores biológicos, emocionales, relacionales y sociales. No se trata simplemente de “no tener ganas”, sino de una experiencia subjetiva que merece atención y acompañamiento psicológico.

¿Qué es el deseo sexual?

El deseo sexual es una fuerza interna que impulsa a la persona hacia la búsqueda de experiencias eróticas o afectivas. No siempre aparece de forma espontánea ni con la misma intensidad en todas las personas. Puede surgir por atracción, fantasía, cercanía emocional o estimulación sensorial, y está profundamente relacionado con el contexto y el estado emocional.

A lo largo de la vida, el deseo sexual puede fluctuar. No es constante ni lineal, y eso es completamente normal. Sin embargo, cuando su disminución se mantiene en el tiempo, genera sufrimiento y afecta la vida personal o de pareja, se considera una disfunción que requiere atención.

Causas psicológicas

Desde la psicología clínica y sexológica, se reconocen múltiples causas posibles para la falta de deseo sexual:

  • Estrés crónico: Las preocupaciones laborales, económicas o familiares pueden saturar el sistema nervioso, reduciendo la disponibilidad mental y emocional para el erotismo.

  • Ansiedad o depresión: Son dos condiciones que frecuentemente disminuyen la libido. En estos casos, no hay falta de afecto hacia la pareja, sino una desconexión interna que apaga el interés por lo sexual.

  • Autoestima baja: La percepción negativa del propio cuerpo o de la propia capacidad de disfrute puede inhibir el deseo.

  • Experiencias traumáticas: Abusos sexuales pasados, relaciones abusivas o educación sexual represiva pueden generar bloqueos inconscientes hacia la sexualidad.

  • Conflictos de pareja: Problemas no resueltos, falta de comunicación o resentimientos acumulados pueden erosionar el deseo sexual, especialmente cuando hay una pérdida de conexión emocional.

Factores biológicos y médicos

Aunque la mirada psicológica es central, también existen causas físicas que pueden contribuir a la disminución del deseo:

  • Cambios hormonales, como los que ocurren durante la menopausia o andropausia.

  • Enfermedades crónicas, como diabetes, hipertensión o trastornos tiroideos.

  • Efectos secundarios de medicamentos, especialmente antidepresivos, anticonceptivos o tratamientos hormonales.

  • Fatiga persistente, falta de sueño o dolor crónico.

Un abordaje adecuado debe considerar una evaluación médica para descartar o tratar estos factores.

Deseo sexual en la pareja

En el contexto de una relación, la falta de deseo puede convertirse en una fuente de tensión. La persona que experimenta la disminución suele sentirse culpable, confundida o presionada. Su pareja, por otro lado, puede sentirse rechazada, no deseada o frustrada.

Estas reacciones, si no se hablan abiertamente, tienden a crear un círculo vicioso: la presión o la exigencia reducen aún más el deseo, mientras que el silencio o la evitación aumentan la distancia emocional. Por eso, la comunicación es fundamental. No se trata de buscar culpables, sino de comprender lo que está ocurriendo y trabajar juntos para encontrar caminos de reconexión.

El papel de la cultura y los mitos sexuales

Muchas personas viven su falta de deseo con vergüenza, como si estuvieran fallando en un aspecto esencial de la vida adulta. La cultura dominante suele promover una visión hipersexualizada, donde el deseo debe ser constante, espontáneo y potente. Esto genera expectativas irreales y una presión innecesaria.

En realidad, el deseo no siempre aparece de forma automática. En muchas personas, se activa a través del vínculo emocional, la seguridad, la intimidad o la estimulación adecuada. No tener deseo todo el tiempo no es un problema en sí mismo. Lo es cuando esa falta interfiere con el bienestar y no se comprende lo que la está causando.

Abordaje terapéutico

La intervención psicológica en los casos de deseo sexual hipoactivo se adapta a las causas identificadas. Algunas estrategias incluyen:

  • Psicoeducación: Desmitificar el deseo, ampliar la mirada sobre la sexualidad y reducir la autoexigencia.

  • Terapia individual: Explorar bloqueos personales, historia sexual, autoestima y emociones asociadas.

  • Terapia de pareja: Mejorar la comunicación, fortalecer la conexión emocional y explorar nuevos modos de intimidad.

  • Mindfulness y terapia corporal: Ayudar a reconectar con el cuerpo y con el placer desde una perspectiva consciente y libre de juicio.

En algunos casos, el tratamiento puede complementarse con apoyo médico, especialmente si hay componentes hormonales o físicos involucrados.

Redefinir la sexualidad

Es importante comprender que la sexualidad no se limita al deseo genital. Acariciar, abrazar, conversar, reír o simplemente compartir tiempo de calidad son formas válidas y valiosas de intimidad. Cuando se amplía la mirada, se abren nuevas posibilidades de encuentro, sin la presión de “rendir” sexualmente.

Además, algunas parejas descubren que, al liberar al deseo de sus exigencias, este puede resurgir de forma más natural y auténtica.

Conclusión

La falta de deseo sexual no es una falla, ni un signo de desamor, ni un motivo de vergüenza. Es una manifestación compleja que merece ser escuchada con respeto y comprensión. Desde la psicología, se promueve una mirada compasiva y profunda, que ayude a explorar las causas, aliviar el sufrimiento y reconstruir una relación más libre y consciente con la sexualidad. Buscar ayuda psicológica no es una señal de debilidad, sino un acto de responsabilidad y cuidado hacia uno mismo y hacia la relación.

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