Estar sometido en determinadas etapas vitales a estrés es inevitable.

La manera en que lo afrontemos puede marcar una gran diferencia en nuestra relación de pareja. Una etapa vital turbulenta puede crear lazos sólidos y reforzar el amor o, al contrario, puede tener un efecto perjudicial en la relación que termine conduciendo a la ruptura.

El estrés empaña nuestra percepción de la pareja. Así lo señalan diversos estudios que concluyen que las personas que han pasado por eventos vitales recientes muy estresantes prestaban mucha más atención a los cambios diarios en los comportamientos negativos de su pareja (como las críticas), pasando por alto los positivos (como pequeñas muestras de amor).

Estos resultados sugieren que cuando estamos estresados nos fijamos más en las facetas negativas de nuestra pareja y tenemos la tendencia a pasar por alto los aspectos positivos. Y esta negatividad puede condenarnos a un bucle tóxico.

A continuación hallamos una explicación a por qué el estrés nos hace ver a nuestra pareja bajo un prima más negativo.

Estudios previos habían demostrado que la felicidad puede ayudarnos a pasar por alto la insensibilidad de nuestra pareja y otros comportamientos negativos, de manera que es esperable que también experimentemos el efecto opuesto cuando nos sentimos estresados.

Sin embargo, algunos estudios señalaron que las molestias cotidianas no cambiaron la forma en que las personas percibían el comportamiento positivo o negativo de sus parejas. Solo los eventos serios de la vida influían en dichas percepciones.

Se sostiene que ese cambio en la percepción puede deberse a que los eventos más graves nos vuelven más sensibles a las otras cosas negativas que suceden a nuestro alrededor.

En la práctica, los sucesos más estresantes y potencialmente traumáticos pueden sumirnos en un estado de hipervigilancia que nos permite notar las señales negativas, un mecanismo de defensa para protegernos de nuevos problemas potenciales.

Incluso se ha apreciado que cuando nos sentimos ansiosos y estresados podemos confundir las señales neutrales con signos amenazantes (nuestro cerebro nos ayuda preparándose para lo peor).

Pero en esa condición de tensión interna y estrés somos menos capaces de controlar la irritación, nos comportamos de manera más impulsiva y somos menos propensos a apreciar los comportamientos positivos, lo cual puede aumentar los roces y las peleas en la relación, sumando aún más estrés a nuestra vida y se genera un círculo vicioso pernicioso.

Ese fenómeno también explica por qué durante los períodos de mayor estrés nos volvemos menos tolerantes con los comportamientos desconsiderados de nuestra pareja. Si el otro nos critica o hiere, es poco probable que le confiramos el beneficio de la duda o perdonemos la transgresión. En cambio, tendremos la tendencia a culparle y tratarla de peor modo. Así, se ha visto que cuando estamos estresados mostramos conductas más punitivas al discutir sobre los problemas de la relación.

¿Cómo podemos solventar esto?

Ser conscientes del efecto en cadena que desencadenan los eventos vitales adversos puede ayudarnos a mitigar sus consecuencias.

Si percibimos que estamos estresados, podemos enfocarnos de manera más activa en los aspectos positivos de nuestra pareja para que nos ayude a afrontar mejor la adversidad y consolide la relación, en vez de echarle más leña al fuego de la tensión y el estrés.

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