Las estadísticas apuntan a que uno de cada diez niños ha sufrido acoso escolar o bullying alguna vez, y de esos niños acosados, el 70% fueron acosados a diario. Estos datos son verdaderamente escalofriantes.

Cualquier niño puede ser acosado, ya sea si tiene gafas, si es guapo, si es buen estudiante… cualquiera puede convertirse en una potencial víctima de bullying. Aunque en general los casos de bullying se dan hacia aquellos niños que son “diferentes” de alguna manera, ya sea porque sobresalen en clase, tienen alguna característica física que los hace destacar (tienen sobrepeso, son muy delgados o usan gafas u ortodoncia), son percibidos como débiles o tienen pocos amigos.

Como adultos debemos tener los ojos bien abiertos para detectar los primeros síntomas del bullying y actuar antes de que vaya a más.

Como profesor o como padre/madre, es importante conocer a los niños y reaccionar frente a cambios en su comportamiento y estado de ánimo: ¿se le nota cansado, decaído, triste, temeroso, irritable…? Los cambios de humor suelen ser uno de los indicativos de bullying, al igual que golpes, ropa rota, objetos escolares o dinero desaparecido…

Cómo actuar frente al bullying:

Como padre/madre descubrir que nuestro hijo es víctima de bullying es un golpe fuerte. Nuestra primera reacción puede ser decirle que ignore la situación o se defienda, pero el problema de este planteamiento es que el acosado se siente inferior al acosador. El daño psicológico que el acoso continuo genera impide a la víctima reaccionar en su propia defensa, siendo la actitud más habitual la pasividad o la huida.

Si sospechas que tu hijo es acosado, respira profundamente y apóyate en las siguientes recomendaciones:

  • Presta atención a tu hijo y observa sus cambios de humor y comportamiento.
  • Toma notas de lo que te cuente, con fechas, lugares y hechos.
  • Empatiza con él, siente su miedo, su vergüenza… o las emociones que sienta y no le exijas que haga algo para lo que no está preparado.
  • Dile que estás a su lado y pregúntale cómo cree que puedes ayudarle.
  • Escucha a tu hijo y asegúrale que tiene derecho a sentirse seguro y feliz, y que ser acosado no es su culpa.
  • Explícale a tu hijo la diferencia entre «delatar» y «contar o pedir ayuda»: mientras la primera opción se utiliza para meter en problemas a un compañero, la segunda permite proteger a una persona.
  • Refuerza su autoestima diciéndole todas las cosas que hace bien
  • Pide una cita con el profesor de tu hijo y con el director del centro para averiguar si están al corriente de la situación, infórmales de lo que sabes y pregunta qué medidas se van a tomar desde el colegio.
  • Enséñale a tu hijo a responder frente al acoso, hazle saber que los acosadores disfrutan de una posición de poder, que les gusta sentirse superiores y generar miedo. Si enseñas a tu hijo a minimizar el impacto que el acoso tiene en él (al menos frente al acosador), probablemente este se canse de molestarle. Por ejemplo, si el acosador se acerca a tu hijo insultándole, podría decirle que realmente sus bromas ya no le causan gracia a nadie, que es hora de que se busque otra cosa que hacer, y luego darse la vuelta e irse. Esta actitud indiferente podría ayudar a cortar la situación de acoso.

Los docentes son otra de las partes involucradas en el acoso escolar porque muchas de las situaciones de acoso se producen dentro del colegio. Si eres profesor, debes tener los ojos bien abiertos y no dejar pasar ninguna situación, ni siquiera los comentarios que muchas veces son considerados «cosas de niños».

Estas son algunas recomendaciones para actuar frente al acoso escolar si eres docente:

  • Informar sobre la situación de acoso a las autoridades del colegio para preparar una actuación pronta y eficiente.
  • Tomar acciones disciplinarias, por ejemplo, una suspensión.
  • Exigir una disculpa a los alumnos frente a cualquier comentario irrespetuoso. El respeto es la base para acabar con el bullying.
  • Realizar actividades para fomentar la empatía en los niños para que aprendan a ponerse en el lugar del otro y no dañen a los demás.
  • Vigilar las situaciones que pueden producirse en el patio durante el recreo.
  • Solicitar una reunión con los padres del niño acosador y del niño acosado.
  • Recomendar a los padres del niño acosador visitas al psicólogo para aprender a gestionar sus emociones (la ira, etc.).
  • Generar actividades que permitan a los niños rotar por otros grupos en clase.
  • Preparar actividades para promover la superación de estereotipos.
  • Buscar métodos de integración para los niños que no tienen amigos o a quienes les cuesta acercarse a otros niños. Por ejemplo, una iniciativa útil podría ser el ”banco de la amistad”, donde los niños se acercan a quien esté sentado solo en el banco para invitarle a jugar o lo utilizan como lugar para arreglar sus desacuerdos conversando.
  • Implementar métodos de aprendizaje para enseñar a los niños a distinguir el bullying y a actuar frente a él, por ejemplo, proyectando imágenes de conflictos entre alumnos y preguntándoles a los niños si se trata o no de acoso escolar, para luego realizar actividades de integración con el objetivo de mejorar la convivencia escolar.

Lo principal es que como adultos nos informemos y estemos atentos a lo que sucede con nuestros hijos y alumnos, para asistir a quienes lo necesiten y terminar de una vez por todas con las situaciones de acoso escolar.

Si eres o has sido víctima de acoso escolar y no has superado las secuelas psicológicas derivadas, es importante que acudas a un profesional de la salud mental para empezar una terapia lo antes posible.

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