En cierta medida, a todos nos gusta tener el control sobre nuestras vidas y nos organizamos de la mejor manera posible para afrontar los desafíos de nuestro día a día de forma efectiva.

Sin embargo, para muchas personas esta necesidad de orden y control traspasa los límites de lo que podríamos considerar “normal” o razonable. Su rigidez mental y perfeccionismo alcanzan tal nivel que acaba interfiriendo significativamente en sus vidas.

Este conjunto de características de personalidad recibe el nombre de “personalidad anancástica”.

Características de la personalidad anancástica:

Estas personas se caracterizan por la preocupación por los detalles, la autoexigencia, el orden excesivo, la polarización o los extremos, la baja tolerancia a la frustración y a las críticas, el inconformismo, la irritabilidad, la negatividad o el pesimismo, la constante evaluación y juicio de uno mismo y de los demás, y la dificultad para relacionarse (aislamiento, en ocasiones) y disfrutar de la vida.

Las personas “anancásticas”, que suelen ser vistas por los demás como muy responsables y serias, suelen sufrir un gran malestar por su forma de pensar y comportarse. Parece como si se sintieran atrapadas ante la necesidad de hacer las cosas perfectas y del mejor modo posible.

Frecuentemente, los “anancásticos” necesitan hacer listas, organizan escrupulosamente sus horarios y les dan tantas vueltas a las cosas que tienen grandes dificultades para terminar las tareas, dejando de lado el ocio y el descanso, en detrimento de todo aquello que sea “productivo”.

Sus vidas se componen de múltiples y secuenciales obligaciones y gestiones pendientes de realizar. Por ello, sus niveles de estrés son sumamente elevados. Numerosos estudios señalan que una gran parte de estas personas tiene problemas de adicción al trabajo y dificultades en sus relaciones personales (derivadas de lo anterior).

Asimismo, ante tal nivel de exigencia es habitual que tengan tantas dificultades para tomar decisiones y elegir la mejor opción que acaben postergándolas y procrastinando, puesto que sufren bloqueos importantes que les llevan a no decidir ni actuar.

La frustración y la irritabilidad suelen predominar en su día a día. Son frecuentes los arrebatos de ira y enfado cuando perciben que han perdido el control y las cosas no salen según lo estipulado. En ocasiones, también acaban desplazando su enfado hacia los demás, lo que genera un deterioro en las relaciones personales.

Asimismo, este control puede extenderse también hacia las propias emociones, de forma que tratarían de evitar a toda costa mostrarse tristes, alegres, temerosos… transmitiendo una imagen de seriedad casi continua.

Causas de la personalidad anancástica:

Esta personalidad suele desarrollarse como respuesta al ambiente de crianza presente en la infancia. Como respuesta a un clima excesivamente crítico, negativo, exigente, controlador y autoritario, la persona puede desarrollar esta hiperresponsabilidad y esta búsqueda de la perfección patológica, bien para agradar al entorno en el que está creciendo o bien para evitar rechazo, castigo, humillación, etc.

En el fondo de la personalidad anancástica existe una percepción negativa acerca de uno mismo que, unida a una autoestima baja, llevaría al “anancástico” a intentar modificar su mundo externo en un intento de corregir los defectos percibidos en su interior.

El problema surge cuando, a pesar de sus intentos por hacer las cosas perfectas y ordenadas, la forma de verse interiormente sigue siendo negativa. Esto le hace entrar en un círculo sin fin, que le lleva a exigirse cada vez más.

Si a todo esto le unimos una personalidad ansiosa de base, forjada además en un ambiente de crianza negativo, se terminaría de gestar una persona que ha aprendido a desarrollar una necesidad obsesiva por la corrección, la mejora constante, la optimización y la productividad.

Cómo se orienta la intervención psicológica en este patrón de personalidad:

Aunque la personalidad anancástica tiende a ser estable y arraigada, la terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser eficaz.

Aunque una persona con este modo de desenvolverse en el mundo tendrá que estar alerta toda su vida para no “volver a caer” en viejos patrones de conducta y pensamiento, puede aprender habilidades y formas de comportamiento que le ayuden a llevar una vida más plena y satisfactoria.

Algunos objetivos terapéuticos que propongo en consulta son los siguientes:

  • Rebajar la autoexigencia y tolerar el descanso mental y físico.
  • Aprender a disfrutar de las actividades que se realizan.
  • Ser más compasivo con uno mismo y aprender a perdonarse.
  • Aprender a flexibilizar.
  • Conocer y aceptar las propias limitaciones.
  • Practicar la tolerancia con los demás y la comprensión.
  • Aceptar los errores como parte de la vida y como una oportunidad para crecer.
  • Concebir otra forma de ver el mundo y los demás.

Solicitar ayuda es muy difícil para las personas anancásticas porque son prisioneras de su propia personalidad, pero al final de la terapia encuentran su libertad y la vida que habían dejado de vivir.

Espero que estas recomendaciones hayan sido de utilidad.

No obstante, la mejor forma de recuperar el bienestar y sentirse bien es acudiendo a un profesional de la salud mental.

En Psicólogos Coruña Ana García Rey te ayudaremos a comprenderte mejor y a cambiar ciertos patrones de personalidad dañinos, proporcionándote seguridad, apoyo y técnicas eficaces para conseguirlo.

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