La sociedad nos ha acostumbrado a que todo debe ser inmediato y rápido, que para tener éxito hay que ser constantemente productivos, hacer mil cosas, ser buenos en todo y no tener ni un minuto de descanso.

Pasamos de una actividad a otra sin darnos cuenta, del trabajo a las obligaciones familiares, de las vacaciones a la rutina y, así, sin ser conscientes de ello, estamos como un hámster en una rueda, rodando y rodando…

Tal vez haya llegado el momento de parar, de pausar ese «piloto automático» por defecto y darnos cuenta de que llevamos una vida demasiado rápida que se nos escapa sin ser conscientes, atrapadxs entre ordenadores, móviles, redes sociales, trabajo, recados, obligaciones, etc.

Te animo a que rompas con esa dinámica. Párate un instante y fíjate en esas pequeñas cosas que pasan a tu alrededor. Valora esos momentos que, normalmente, se te escapan sin apreciarlos, disfruta de las personas que más quieres y con las que, quizá, no pasas el tiempo suficiente (padres, hijos, amigos…). En cada momento, intenta estar plenamente presente en lo que está ocurriendo aquí y ahora. Si tienes paciencia y eres perseverante, aprenderás a ver lo que antes se mantenía oculto y surgirán nuevas posibilidades.

Comprender esto y llevarlo a la práctica en la medida de lo posible es algo absolutamente necesario para poder vivir una vida plena y satisfactoria.

Te invito a reflexionar sobre ello. Y recuerda que, si necesitas ayuda profesional para superar una situación complicada, puedes contar conmigo.