La vida es un camino conformado por constantes decisiones. Elegimos a qué nos queremos dedicar, cómo tratamos a los demás, en qué invertimos nuestro tiempo, qué actitud queremos tener ante la vida, etc. No sé si existe la casualidad o si estamos predestinados, cada uno que piense lo que quiera. Yo me inclino a pensar que las decisiones que tomamos a lo largo de nuestra vida en virtud de nuestra libertad (si es que somos realmente libres, aunque eso llevaría a otro debate filosófico) nos llevan a donde queremos llegar, de un modo u otro. Elegimos en gran parte cómo queremos vivir y, por cuestiones filogenéticas, nos quedamos con aquello que nos hace bien y nos ayuda a sobrevivir.
Hoy quiero compartir con vosotrxs algo que a mi me hace sentir bien, con la intención de que os pueda servir también en lo personal.
Ese algo tiene que ver con el Mindfulness.
Para aquellos que no lo conozcan, ¿qué es el Mindfulness?
En palabras de la persona que lo introdujo en el mundo occidental, Jon Kabat-Zinn, “el Mindfulness es prestar atención de manera intencional al momento presente, desde una actitud de aceptación, curiosidad y no juicio”. En definitiva, significa vivir en el aquí y el ahora, dirigir nuestra atención de forma intencional, serena y neutral hacia el presente, ya que es lo único que tenemos.
El Mindfulness procede de las técnicas de meditación orientales, que son prácticas habituales dentro del budismo. Pero hoy en día, en la sociedad occidental, se ha desvinculado de cualquier tipo de religión y no es nada esotérico.
Cuando practicamos Mindfulness lo que hacemos es cultivar, adiestrar y redirigir nuestra atención.
De acuerdo, a nivel teórico queda claro, pero ¿en qué nos puede ayudar el Mindfulness?
Nos ayuda a realizar una mejor autorregulación y gestión emocional. Por ejemplo, nos ayuda a no vivir en el pasado, ya que ello nos ancla en algo que ya sucedió y nos produce sentimientos depresivos, culpa, añoranza… Y también nos ayuda a no ponernos ansiosos y pasarnos de vueltas pensando constantemente en el futuro, que es incierto, y por más que nos preocupemos o lo planifiquemos es poco probable que se materialice tal cual lo hemos proyectado.
Otra ventaja añadida es que nos ayuda a ver que nuestros pensamientos no son hechos ni se corresponden con la realidad. Gracias al Mindfulness aprendemos a des-identificarnos de aquello que pensamos y nos hace daño. Cuando practicamos la atención plena, cambiamos las relaciones que establecemos con nuestros pensamientos, sentimientos y sensaciones físicas que nos producen malestar.
Asimismo, en terapia el Mindfulness lleva años aplicándose con resultados eficaces en multitud de problemáticas. Se emplea para intervenir psicológicamente en trastornos depresivos, ansiosos, alimentarios, en reducción del estrés, adicciones, en el trastorno de personalidad límite, entre otros.
Pero además de estas aplicaciones, el Mindfulness es una actitud ante la vida que todxs podemos poner en práctica. Nos ayudará a afrontar situaciones cotidianas complicadas, regular nuestras emociones, tolerar la incertidumbre, mejorar nuestras relaciones interpersonales, rebajar el perfeccionismo, tratarnos de forma más amable, etc.
Todo lo que acabo de comentar es una introducción muy resumida de lo que es el Mindfulness y lo que se puede conseguir practicándolo diariamente. No es necesario que inviertas gran cantidad de tiempo al día, al principio es suficiente con que medites 5-10 minutos diarios. En Mindfulness no hay exigencias ni se busca el logro. Trasciende todo eso, es un camino personal en busca del autoconocimiento y la paz interior.
Si te interesa profundizar en el Mindfulness, descubrir más sobre los mecanismos psicobiológicos a través de los que actúa, los beneficios que tiene y que te acompañe y guíe en la práctica de diversas meditaciones, estoy a tu disposición. Llámame y te atenderé en mi Consulta en A Coruña.