En el ámbito de las relaciones humanas, a menudo idealizamos el amor. Se nos dice que el amor lo puede todo, que en el amor debemos sacrificarnos por el bienestar del otro. Sin embargo, hay una forma de amar que, en lugar de sanar, puede destruir: la codependencia. Esta dinámica, que se desarrolla en algunas relaciones, implica un desequilibrio profundo en el que una persona pierde su identidad al centrarse exclusivamente en las necesidades y deseos de la otra.

La codependencia se refiere a un patrón de comportamiento en el cual una persona se sacrifica excesivamente por la otra, a menudo a expensas de su propia salud emocional, física y mental. Es como si, para sentirse valorada, la persona codependiente tuviera que renunciar a sus propios límites, deseos y sentimientos. Este fenómeno no siempre es fácil de reconocer, pues puede estar disfrazado de amor incondicional o de una supuesta «ayuda» al ser querido. Sin embargo, con el tiempo, este tipo de relación crea un ciclo destructivo que es difícil de romper.

¿Cómo se forma la codependencia?

La codependencia no surge de la nada. Generalmente, se desarrolla a lo largo de la vida, alimentada por patrones familiares disfuncionales, experiencias tempranas de abandono o negligencia emocional, o dinámicas en las que uno de los padres o cuidadores es dependiente de sustancias, de un trastorno mental o de alguna forma de abuso.

En este contexto, el niño o joven codependiente crece aprendiendo que su valor se basa en el cuidado de los demás, a menudo el de un miembro de la familia. En lugar de recibir apoyo emocional y afecto por sí mismo, se acostumbra a sacrificar sus propios sentimientos para satisfacer las necesidades de quienes lo rodean. Con el tiempo, esta dinámica se internaliza, y el adulto que emerge de esta situación tiende a establecer relaciones en las que se pierde en el otro, confundiendo el amor con la necesidad de «salvar» o «arreglar» a los demás.

Un ejemplo clásico de la codependencia se observa en relaciones con personas con adicciones, en las que una persona se convierte en «el cuidador» de su pareja, amigo o familiar. Esta dinámica puede parecer altruista, pero en realidad la persona codependiente se ve atrapada en un ciclo de sacrificio y sufrimiento que la mantiene en una constante ansiedad por el bienestar del otro, mientras sus propias necesidades y deseos quedan completamente desplazados.

Los síntomas de la codependencia

La codependencia se manifiesta de diferentes formas, pero generalmente se caracteriza por:

  1. Dificultad para establecer límites: La persona codependiente tiene problemas para decir «no» o para poner límites saludables en sus relaciones. Temen que al hacerlo, la otra persona los rechace o los deje, por lo que se entregan completamente a las necesidades del otro.

  2. Excesiva preocupación por los demás: Se dedica más tiempo y energía a cuidar de los demás que a cuidar de sí misma. Su vida gira en torno a las necesidades de los demás, lo que les deja poco espacio para su propio crecimiento personal.

  3. Baja autoestima: La persona codependiente tiende a basar su autoestima en cómo los demás la perciben o la necesitan. Cuando el otro no responde de la manera esperada o cuando la relación entra en conflicto, la persona codependiente se siente inútil o no amada.

  4. Miedo al abandono: El temor a la soledad o al rechazo es constante. La persona codependiente hará todo lo posible para evitar conflictos o situaciones que puedan poner en peligro la relación, incluso sacrificando su propio bienestar.

  5. Negación de las propias necesidades: A menudo, las personas codependientes niegan sus propios deseos, emociones o necesidades para poder atender a las del otro. Esta negación lleva a una desconexión con uno mismo y con lo que realmente se quiere en la vida.

  6. Sentimiento de responsabilidad por el bienestar de los demás: Las personas codependientes a menudo creen que son responsables de los sentimientos o comportamientos de los demás. Esto las lleva a asumir cargas emocionales que no les corresponden y a tratar de controlar la vida del otro, con la esperanza de que así evitarán el sufrimiento.

Las consecuencias de la codependencia

La codependencia tiene un alto costo emocional. A medida que la persona codependiente va perdiendo contacto con su propia identidad, puede experimentar una sensación creciente de vacío, ansiedad y depresión. La incapacidad para establecer límites saludables también puede dar lugar a relaciones desequilibradas, donde uno de los miembros siempre depende del otro para obtener validación o apoyo emocional.

Además, la persona codependiente tiende a sentir una constante sensación de insuficiencia. Incluso cuando da todo por los demás, no siente que haya hecho lo suficiente, lo que la mantiene atrapada en un ciclo interminable de sacrificio.

Es importante destacar que, si bien la codependencia a menudo se asocia con relaciones románticas, también puede manifestarse en relaciones familiares, amistades e incluso en el ámbito laboral. Cualquier tipo de relación en la que una persona asuma el rol de «salvador» puede ser susceptible de caer en la codependencia.

Romper el ciclo de la codependencia

La buena noticia es que la codependencia puede sanarse. Reconocer el problema es el primer paso. La persona codependiente necesita aprender a poner límites, a cuidar de sí misma y a encontrar su propio valor sin depender de la aprobación o el bienestar de los demás.

La psicoterapia, especialmente la terapia cognitivo-conductual y la terapia familiar, puede ser muy útil para tratar la codependencia. A través de estas terapias, la persona puede aprender a identificar y modificar los patrones de pensamiento que sustentan la codependencia, a desarrollar habilidades de autocuidado y a construir una identidad más saludable y autónoma.

También es esencial que la persona codependiente aprenda a reconocer sus propias necesidades y deseos, sin sentir que deben ser sacrificados por los demás. La creación de una red de apoyo social y el establecimiento de relaciones más equilibradas puede ayudar a restaurar un sentido de pertenencia y apoyo emocional.

El camino hacia la libertad emocional

Romper con la codependencia es un proceso gradual que requiere paciencia, autoaceptación y voluntad de cambio. La persona codependiente debe aprender a ser su propio salvador, a valorarse a sí misma sin necesidad de validación externa, y a establecer relaciones basadas en el respeto mutuo y la reciprocidad. Aunque es un proceso desafiante, la recompensa es una vida más rica, más plena y más auténtica, en la que el amor no se mide por lo que uno puede sacrificar, sino por lo que puede compartir.

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