Los ataques de pánico son episodios repentinos de miedo intenso que se acompañan de síntomas físicos y emocionales abrumadores. Aunque suelen ser de corta duración, el impacto que tienen sobre quienes los padecen puede ser devastador. Estas experiencias pueden aparecer sin previo aviso y generar una sensación de pérdida de control, lo que alimenta la ansiedad general en quienes temen sufrir nuevos ataques.

En este artículo, exploraremos qué son los ataques de pánico, cuáles son sus causas, cómo se manifiestan y qué estrategias pueden ayudar a gestionarlos.

¿Qué es un Ataque de Pánico?

Un ataque de pánico es una oleada repentina de miedo o malestar que alcanza su punto máximo en pocos minutos y va acompañado de una serie de síntomas físicos y psicológicos intensos. Entre los síntomas más comunes se encuentran:

  • Palpitaciones o aceleración del corazón
  • Sudoración
  • Temblores o sacudidas
  • Dificultad para respirar o sensación de ahogo
  • Dolor o malestar en el pecho
  • Mareo, vértigo o desmayos
  • Miedo a perder el control o volverse loco
  • Sensación de muerte inminente

Aunque los síntomas físicos de un ataque de pánico son reales, es importante destacar que estos no son peligrosos en sí mismos, a pesar de la percepción de amenaza inminente. Los ataques de pánico pueden ocurrir en cualquier momento, incluso durante el sueño, lo que genera una sensación de vulnerabilidad constante en quienes los sufren.

Diferencia entre Ansiedad y Ataque de Pánico

Es importante diferenciar entre la ansiedad general y un ataque de pánico. Mientras que la ansiedad suele ser una respuesta gradual a situaciones estresantes, los ataques de pánico ocurren de manera repentina e inesperada, alcanzando su punto máximo en minutos. La ansiedad tiende a ser más prolongada y, aunque puede ser intensa, rara vez es tan abrumadora como un ataque de pánico. La naturaleza impredecible de los ataques de pánico hace que las personas vivan con el temor de que se repita, lo que puede llevar a una «ansiedad anticipatoria» y al desarrollo de trastornos como la agorafobia.

Causas y Factores de Riesgo

No existe una única causa que explique por completo los ataques de pánico, pero varios factores pueden contribuir a su aparición:

  1. Factores Biológicos: La investigación sugiere que la genética desempeña un papel importante en la predisposición a experimentar ataques de pánico. Las personas con antecedentes familiares de trastornos de ansiedad o ataques de pánico son más propensas a padecerlos. Además, los desequilibrios en neurotransmisores como la serotonina y la noradrenalina también están asociados con estos episodios.
  2. Factores Psicológicos: El estrés crónico, los traumas no resueltos o los eventos traumáticos pueden desencadenar ataques de pánico. Las personas que han sufrido experiencias estresantes importantes, como la pérdida de un ser querido o un accidente, pueden desarrollar un patrón de pensamiento hipervigilante que contribuye a la aparición de estos episodios.
  3. Factores Ambientales: El entorno también juega un papel clave. Las personas que viven en entornos altamente estresantes, como trabajos exigentes o relaciones conflictivas, pueden estar más predispuestas a experimentar ataques de pánico. También situaciones de cambio o transición, como mudanzas, rupturas o cambios laborales, pueden desencadenar estos episodios.
  4. Trastornos de Ansiedad: El trastorno de pánico, un trastorno de ansiedad caracterizado por ataques de pánico recurrentes, es una condición que afecta a una parte de la población. Las personas que padecen este trastorno suelen tener miedo constante a sufrir nuevos ataques, lo que a su vez genera más ansiedad y puede aumentar la frecuencia de los episodios.

Mecanismos Psicológicos de los Ataques de Pánico

A nivel cognitivo, los ataques de pánico a menudo están relacionados con la interpretación catastrófica de sensaciones físicas. Esto significa que las personas que experimentan síntomas como palpitaciones o mareos pueden malinterpretarlos como signos de un ataque al corazón o un desmayo inminente. Este patrón de pensamiento negativo genera un círculo vicioso: la interpretación catastrófica aumenta la ansiedad, lo que intensifica los síntomas, lo que a su vez refuerza la creencia de que algo terrible está ocurriendo.

Además, los ataques de pánico pueden ser el resultado de la activación del sistema de «lucha o huida». Este es un mecanismo evolutivo que prepara al cuerpo para enfrentar el peligro, pero en las personas con tendencia a los ataques de pánico, este sistema puede activarse sin una amenaza real, generando una respuesta de miedo extremo sin un estímulo objetivo.

Estrategias para Manejar los Ataques de Pánico

A pesar de lo debilitantes que pueden ser, los ataques de pánico son tratables. Existen múltiples estrategias para abordarlos, tanto en el momento en que ocurren como a largo plazo.

  1. Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): La TCC es una de las terapias más efectivas para tratar los ataques de pánico. Ayuda a las personas a identificar y modificar los patrones de pensamiento catastróficos que alimentan los ataques. A través de la exposición gradual a las sensaciones temidas y el cambio de pensamientos irracionales, la TCC permite a las personas enfrentarse a los ataques de pánico con menos miedo.
  2. Técnicas de Relajación y Respiración: Aprender técnicas de respiración y relajación muscular progresiva puede ser útil para controlar los síntomas físicos de los ataques de pánico. La respiración controlada, en particular, ayuda a contrarrestar la hiperventilación, que es común durante estos episodios y que puede agravar la sensación de ahogo o mareo.
  3. Mindfulness y Meditación: La práctica del mindfulness, que se enfoca en vivir el momento presente sin juzgarlo, puede ayudar a las personas a reducir la ansiedad general y evitar que los ataques de pánico se apoderen de su mente. La meditación también puede reducir los niveles de estrés y mejorar el bienestar general.
  4. Medicamentos: En algunos casos, los medicamentos pueden ser útiles, especialmente cuando los ataques de pánico son frecuentes y debilitantes. Los antidepresivos y los ansiolíticos son comúnmente recetados para ayudar a estabilizar los niveles de ansiedad. Sin embargo, su uso debe ser supervisado por un profesional de la salud, ya que no todos los casos requieren medicación.

Conclusión

Los ataques de pánico son episodios intensos y aterradores, pero no son insuperables. Con una comprensión adecuada de sus causas y desencadenantes, así como el uso de estrategias terapéuticas efectivas, las personas pueden recuperar el control sobre sus vidas. La clave está en no temer los ataques de pánico, sino aprender a manejarlos de manera que no limiten el bienestar y la calidad de vida.

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